lunes, 24 de septiembre de 2012

¡Ya se han pasado las fiestas!


¡Ya se han pasado las fiestas!

 

¡Que recuerdos! Ya han pasado más de 70 años y todavía me acuerdo de la tristeza que nos embargaba a todos. Estábamos destrozados físicamente de tanto cantar , bailar, beber y sobre todo de no dormir. Al día siguiente de acabarse, nuestras madres compasivas nos dejaban dormir todo lo que queríamos, era tanto el cansancio que teníamos , que recuerdo de un año que me estuve 24 horas seguidas durmiendo, esto fue una barbaridad , pero casi todos años nos levantábamos de la cama a la hora de comer. Tristes, cabizbajos solo nos entraba la sopa y algo de fruta. Ocurría que en las casas , la madre de turno nos hacia para merendar en la plaza costillas de cordero con pimientos y la siguiente madre para cenar, pimientos con costillas y así un día y otro. Recuerdo que un año el último día de fiestas en casa de Matías Valero nos sentamos los ocho amigos a cenar una perola enorme de costillas con pimiento ( como de costumbre). Ninguno cojió el tenedor para comer , solamente la bota de 7 litros llena de vino iba de mano en mano, yo era el único que no dejaba de comer y  entre risas y chistes el tiempo de iba pasando y me comí la mitad de la perola. Yo sabía que podía seguir comiendo pues presumo (en secreto) que tengo cuatro estómagos como los rumiantes. Los amigos se dieron de cuenta y comenzaron a provocar ¡sigue, sigue, sigue! y yo en una reacción que tuve me levanté de la mesa , bajé a la calle y corriendo di cuatro o cinco vueltas a una era de trillar para rebajar la cena y cuando vi. que ya no me pesaba la tripa , subí otra vez , cojí el tenedor y vacié la perola . Los amigos se quedaron boquiabiertos pues el último día de fiestas me había comido cuatro kilos de costillas con el correspondiente pimiento. Quiero añadir , que las costillas de cordero más de la mitad son de hueso..

Pasadas las fiestas venían los dias tristes , pues siempre  venia alguna tormenta y movía el cierzo y por lo tanto el frío , pero en nuestro fuero interno decíamos , ya falta poco para la Navidad y ¡estábamos en la tercera decena de septiembre!¡Pobre de mi!

 

 

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