lunes, 10 de septiembre de 2012

Ver los toros de balde

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Os voy a contar uno de los episodios de mi niñez que nunca he podido olvidar. Según se acercaban las fiestas patronales de Sangüesa se oían diversas noticias, todas referidas a los actos que se iban a celebrar, la cuadrilla de mozos que iban a  bailar los gigantes ya estaban ensayando, van a venir gaiteros de Pamplona, ya se han puesto en camino desde la Ribera las vacas bravas de Macua, la Banda Municipal ensaya cada noche y así otras y otras. En nuestra mente infantil bullían todas y cada una, pero yo tenia que ver los toros sin pagar pues lo tenia en la mano .Mi tío Crispin y la tía Felisa vivían en la plaza de toros en casa de Pintaner y si siempre les daba un beso cuando los veía, en esos días mi cariño hacia ellos se multiplicaba. Ellos lo sabían y se dejaban querer , hasta que pronunciaban la frase que yo deseaba oír. Estas Fiestas puedes ver los toros sin pagar, vienes enseguida de comer y ya veras; yo ya me relamía de gusto y lo comentaba a los amigos de mi calle. En efecto, el primer día comí en dos boleos y corriendo me fui a casa de los tíos, allí había otros tres mecetes como yo y con la misma ilusión. La cocina era muy grande , mi tío puso la mesa de comer en medio y encima una silla, se subió y abrió una trampilla que había en el techo de acceso a la buhardilla. . Uno a uno nos fue introduciendo con una severa advertencia,¡ Estaros quietos sin moveros hasta que yo os diga pues dentro de poco van a venir los serenos del Ayuntamiento a registrar la casa y cuando se vayan ya os bajaré y os podéis ir a donde queráis!. Mi primica la Marichu, un poco mas joven que yo , saltaba de contenta pues ella no tenia que esconderse y delante de nosotros se sentía importante y sabia que en cuanto viese a mi padre en la calle Mayor le iba a pedir el pre o sea la paga.  En efecto resulta que en esa casa había un balcón tan largo como la fachada y el Ayuntamiento lo alquilaba a las personas pudientes que querían ver los toros sin ninguna molestia. Al rato vinieron los municipales registraron las habitaciones incluidos los armarios y se fueron. El tío Crispin, volvió a poner la mesa y la silla y nos bajo de la buhardilla. Nosotros habíamos escuchado sus conversaciones y estábamos quietos como zotes. Esperamos  a que salieran los serenos de la casa y aprovechando el tropel de gente que había en las vallas , nos fuimos al Tendido todo contentos y a esperar a mañana a repetir la hazaña.¡Cuanto quería yo a mis tíos y sobre todo a mi primica la Marichu!. ¡Que tiempos más felices!!

 

 

 

 

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