D I E Z M O S Y PRIMICIAS
Los Diezmos y las Primicias era una de los ingresos más considerables de las rentas eclesiásticas y su ascendencia arranca de los tiempos de Moisés.
El Diezmo consistía en una décima parte del producto de la cosecha de cereales, vino y otros productos, libre de gastos, sin que se deduzcan los frutos destinados a simiente, es decir del montón de la era. Las Primicias equivalían al tercio del valor cuantitativo de los diezmos y ambos se percibían en dinero o en granos y uvas. En realidad el Diezmo sobrepasaba el 60% del beneficio neto del labrador. También la ganadería estaba sujeta a la imposición decimal, de modo que una manada de 1000 cabezas según Vicens Vives que daba un producto neto anual de 7821 reales vellón, debía pagar 4798 en concepto de diezmo o sea bastante más de la mitad. Eran unas cantidades muy considerables.
Por este motivo la Monarquía castellana y las demás desde la Edad Media habían cercenado estos ingresos (tercias reales). El Papa Pío V concedió en 1571 a los Reyes de España el disfrute del diezmo de la casa más importante de cada pueblo (casa diezmera, casa excusada) y a finales del Siglo XVIII Carlos IV consigue ampliarlo con el noveno decimal. Todo esto nos aparece en el desarrollo del Diezmo de Sangüesa.
Los religiosos procuraban eludir el pago del diezmo de sus bienes, pero también Carlos IV consiguió la revocación de esta dispensa que disfrutaban.
En Sangüesa tenemos en la Parroquia de Santa María dos libros donde se anotan las cuentas del Diezmo, uno de 1569 a 1635 y otro de 1736 a 1836. En ellos se desarrolla la contabilidad de una forma muy minuciosa Da comienzo el primero con la explicación del reparto del Diezmo. En esta parroquia el Obispo disfruta el cargo de Abad y recibe los beneficios inherentes al mismo. En Santiago sí que existía el Abad cosa que perdura hasta nuestros días.
Los vecinos llevaban los frutos decimales a las parroquias. De los que habitaban en corrales eran los dos sacristanes los que se hacían cargo y figuraban como recolectores El Obispo arrendaba su parte en la explotación del diezmo anual a un vecino que lo solicitaba. Se nombraban dos claveros (contables) uno de parte del Obispo y otro de los beneficiados. Había dos estancias donde se almacenaban los productos, los granos (trigo, cebada, avena, maíz, etc.) en el hórreo y las uvas en el lago decimal, ambos de considerables dimensiones. El lago de Santa María cabían 800 cargas de uvas es decir más de 50 metros cúbicos. Cada parroquia tenía los suyos ya que eran completamente independientes en su economía.
Como explica el libro primero, del montón se sacan los gastos fijos para los recolectores, claveros, pilaje de sacos y el arcediano. De aquí una cuarta parte es para el Obispo por su dignidad episcopal. Una vez hecho este reparto se hacen dos mitades, una para el Abad que en el caso de Santa María es el Obispo y la otra se reparte entre los 8 beneficiados que tiene la parroquia A los sacristanes se les da a cada uno la mitad de lo que le toca a un beneficiado .
Tampoco las medidas eran iguales, pues en los gastos fijos los robos eran raídos y en los demás colmos en los que hay 1/4 más de grano. Eran cantidades muy importantes pues en un año cualquiera al Obispo le correspondían 10.000 kilos de trigo en Santa María. El robo era una medida oficial en Navarra y consistía en un cajón de madera abierto en la parte superior que se llenaba de cereal. El de trigo cabía 22 kilos. El de avena menos pues en menos pesada.
En cuanto al vino el porcentaje de reparto era idéntico, solo variaban los gastos fijos y se hacía en pellejos o cueros Estos consistían en la piel de un animal curtida y de cabida 6 cántaros, aproximadamente 72 litros. Se llenaban por la abertura que forma el cuello. La participación del Obispo en Santa María en 1569 fue de 488 cueros o pellejos o sea 35000 litros.
Cada año el día 5 de febrero día de Sta.Agueda, se reunían en el coro de Santa María los patronos de la iglesia, los claveros, administrador del Diezmo y los beneficiados para pasar las cuentas del año anterior. La lana de los corderos y el queso se recibían en efectivo y muchos vecinos por las partidas pequeñas, también diezmaban en el metálico de la época. Por otra parte el administrador de este dinero, pagaba todos los gastos que originaban el mantenimiento del hórreo y el lago, y el que originaba el vino, pisar uvas, vaciar el lago, sacar el vino (odriadores), etc. así como otros importes que se sufragaban del Diezmo. Se hacia una contabilidad simple, la cuenta de la vieja, si sobraba dinero se repartía y si faltaba lo aportaban los interesados y así hasta otro año. Se levantaba un acta de conformidad y por la + dad (la verdad) lo firmaban todos .
CONTINUA
Los Diezmos y las Primicias era una de los ingresos más considerables de las rentas eclesiásticas y su ascendencia arranca de los tiempos de Moisés.
El Diezmo consistía en una décima parte del producto de la cosecha de cereales, vino y otros productos, libre de gastos, sin que se deduzcan los frutos destinados a simiente, es decir del montón de la era. Las Primicias equivalían al tercio del valor cuantitativo de los diezmos y ambos se percibían en dinero o en granos y uvas. En realidad el Diezmo sobrepasaba el 60% del beneficio neto del labrador. También la ganadería estaba sujeta a la imposición decimal, de modo que una manada de 1000 cabezas según Vicens Vives que daba un producto neto anual de 7821 reales vellón, debía pagar 4798 en concepto de diezmo o sea bastante más de la mitad. Eran unas cantidades muy considerables.
Por este motivo la Monarquía castellana y las demás desde la Edad Media habían cercenado estos ingresos (tercias reales). El Papa Pío V concedió en 1571 a los Reyes de España el disfrute del diezmo de la casa más importante de cada pueblo (casa diezmera, casa excusada) y a finales del Siglo XVIII Carlos IV consigue ampliarlo con el noveno decimal. Todo esto nos aparece en el desarrollo del Diezmo de Sangüesa.
Los religiosos procuraban eludir el pago del diezmo de sus bienes, pero también Carlos IV consiguió la revocación de esta dispensa que disfrutaban.
En Sangüesa tenemos en la Parroquia de Santa María dos libros donde se anotan las cuentas del Diezmo, uno de 1569 a 1635 y otro de 1736 a 1836. En ellos se desarrolla la contabilidad de una forma muy minuciosa Da comienzo el primero con la explicación del reparto del Diezmo. En esta parroquia el Obispo disfruta el cargo de Abad y recibe los beneficios inherentes al mismo. En Santiago sí que existía el Abad cosa que perdura hasta nuestros días.
Los vecinos llevaban los frutos decimales a las parroquias. De los que habitaban en corrales eran los dos sacristanes los que se hacían cargo y figuraban como recolectores El Obispo arrendaba su parte en la explotación del diezmo anual a un vecino que lo solicitaba. Se nombraban dos claveros (contables) uno de parte del Obispo y otro de los beneficiados. Había dos estancias donde se almacenaban los productos, los granos (trigo, cebada, avena, maíz, etc.) en el hórreo y las uvas en el lago decimal, ambos de considerables dimensiones. El lago de Santa María cabían 800 cargas de uvas es decir más de 50 metros cúbicos. Cada parroquia tenía los suyos ya que eran completamente independientes en su economía.
Como explica el libro primero, del montón se sacan los gastos fijos para los recolectores, claveros, pilaje de sacos y el arcediano. De aquí una cuarta parte es para el Obispo por su dignidad episcopal. Una vez hecho este reparto se hacen dos mitades, una para el Abad que en el caso de Santa María es el Obispo y la otra se reparte entre los 8 beneficiados que tiene la parroquia A los sacristanes se les da a cada uno la mitad de lo que le toca a un beneficiado .
Tampoco las medidas eran iguales, pues en los gastos fijos los robos eran raídos y en los demás colmos en los que hay 1/4 más de grano. Eran cantidades muy importantes pues en un año cualquiera al Obispo le correspondían 10.000 kilos de trigo en Santa María. El robo era una medida oficial en Navarra y consistía en un cajón de madera abierto en la parte superior que se llenaba de cereal. El de trigo cabía 22 kilos. El de avena menos pues en menos pesada.
En cuanto al vino el porcentaje de reparto era idéntico, solo variaban los gastos fijos y se hacía en pellejos o cueros Estos consistían en la piel de un animal curtida y de cabida 6 cántaros, aproximadamente 72 litros. Se llenaban por la abertura que forma el cuello. La participación del Obispo en Santa María en 1569 fue de 488 cueros o pellejos o sea 35000 litros.
Cada año el día 5 de febrero día de Sta.Agueda, se reunían en el coro de Santa María los patronos de la iglesia, los claveros, administrador del Diezmo y los beneficiados para pasar las cuentas del año anterior. La lana de los corderos y el queso se recibían en efectivo y muchos vecinos por las partidas pequeñas, también diezmaban en el metálico de la época. Por otra parte el administrador de este dinero, pagaba todos los gastos que originaban el mantenimiento del hórreo y el lago, y el que originaba el vino, pisar uvas, vaciar el lago, sacar el vino (odriadores), etc. así como otros importes que se sufragaban del Diezmo. Se hacia una contabilidad simple, la cuenta de la vieja, si sobraba dinero se repartía y si faltaba lo aportaban los interesados y así hasta otro año. Se levantaba un acta de conformidad y por la + dad (la verdad) lo firmaban todos .
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