viernes, 29 de abril de 2016

El águila pescadora


¡ Que espectáculo más bonito ! Era al amanecer de un día de verano allá por el año 1940 y yo me dirigía montado en el caballo a coger las lechugas todavía con el rocío mañanero y traerlas a la plaza donde las esperaba mi madre, para vender a las parroquianas que les gustaba comprarlas frescas y húmedas porque en ese momento las verduras tienen otro sabor que según van pasando las horas se van templando y las mujeres que las van a comprar ya no las quieren. Hay un trozo de camino donde el nogal de Aurencio que se acerca mucho a la ribera del rio Aragón y está protegido por un chopar que lo defiende de las avenidas del rio. Yo iba semidormido y de pronto veo que una gran ave se lanzaba hasta el rio con las patas estiradas hacia adelante y subía otra vez a las alturas con un pez entre sus garras. ¡ Era un águila pescadora! Tuve dos sentimientos simultáneos , por un lado dije que bien , hoy esta desayunará a gusto un barbo seguramente que se lo zampará entero . Por otro lado , dije, pobre pez , que se ha acercado a ras de agua a cazar insectos que se han posado sobre el rio para beber agua y dan un pequeño salto fuera del agua para así no permitir que se le vuelen . Es la ley de la supervivencia. De pronto otro vuelo del águila para pescar otro pez , pero esta vez el barbo maniobró rápido y el águila que pasaba a gran velocidad se volvió a las alturas de vacío. En un trayecto de unos trescientos metros vi que el águila había hecho cuatro tentativas y solamente en la primera había sido provechosa. Un poco mas adelante ,donde el camino ya se aparta del río, vi una cosa negra que se precipitaba en el agua . Mi amigo Matias me había dicho que por ahí andaba una fuina que decía él , pero que en realidad era una nutria. En aquellos tiempos a nadie se le había ocurrido aun de hacer pantanos en el río y de esta manera a mas de quinientos kilómetros del mar , las truchas , las anguilas y las madrillas, subían por el Ebro desde Tortosa y se dirigían hasta las fuentes del Pirineo y el río estaba saturado de peces. Las truchas son muy voraces y se esconden detras de las piedras al acecho de los peces mas pequeños que confiados suben río arriba o descienden por él. Pero la estampa de un gran águila con las patas y garras por delante no se me ha olvidado jamás.  

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