lunes, 23 de julio de 2012

Haciendo memoria (III)

Continuación:

Sangüesa estaba muy bien surtida de comercios, había de todo lo que generalmente era de uso, telas, ultramarinos, zapatos, abarcas, farmacias, etc. y como también abastecía a los pueblos cercanos, sobre todo a los aragoneses de la Val de la Onsella estaba siempre muy animado el pueblo. Los jueves había mercado de cerdos, gorrines y pollos, de todos estos pueblos venían a vender y lo que sacaban se lo llevaban en género. Los aragoneses venían a comprar vino y el garapitero, empleado del ayuntamiento  para evitar fraudes, que era el que medía el vino por cántaros, les acompañaba a las bodegas, que había muchas,  donde probando en una y en otra, al fin con la cabeza caliente todos les sabían igual y  compraban el más barato. En mitad de la calle Mayor estaba la Plaza  o sea el mercado de frutas y verduras, los puestos de vender se  subastaban, los más caros los primeros, junto a la puerta y nuestras
madres y abuelas, allí se pasaban media vida, vendiendo hortalizas del huerto y dándole al palique. En invierno se ponían una rejilla con brasas para tener calientes los pies, pues las puertas de la plaza eran enormes y siempre estaban abiertas  Al final del mercado había un cobertizo donde los de Lumbier vendían sus pucheros y ollas de barro cocido y los de Bigüezal cucharas y tenedores de madera.

Como la base de la economía de Sangüesa eran la huerta para casi todos y el campo de labranza para unos pocos, nuestros padres vigilaban las avenidas del río Aragón, pues no había aún el pantano y las riadas  eran frecuentes y solían invadir los huertos de Pastoriza. Al levantarse mi padre de la cama al amanecer, muchas veces decía, voy a ver el río. Por cierto
también  recuerdo que cuando venían grandes crecidas, los animales de carga o tiro que siempre estaban atados a los pesebres en las cuadras en la planta baja de la casa, presentían el peligro y con las patas delanteras picaban machaconamente en el suelo y esto era signo inequívoco de inundación. Estas inundaciones arrastraban muchos árboles de los Pirineos y había unos cuantos vecinos que en vez de ir a cortar leña al Montico, a la Sierra de Peña o a Leyre, se ponían en la orilla con una pica muy larga  para coger los que podían, exponiéndose muchísimo a ser arrastrados por la corriente, yo los tenía por muy valientes y expuestos, sobre todo el señor Benedé.

En Sangüesa  se puso el agua corriente en las casas a principios del siglo pasado, sobre todo en las cocinas para guisar y fregar, pero para lavar la ropa mayor, sábanas y mantas se iba al río y a la salida del canal de la central de luz, se ponían unas losas de piedra para allí restregar la ropa  que luego tendían en los matorrales y coscojos de las eras hasta que se secaba.  Sin embargo en invierno cuando había grandes fríos, se solía helar el agua en las tuberías y al ponerlas  en funcionamiento se  reventaban y había que  repararlas por el estañador. Como no había neveras como ahora, los comestibles, la leche, carne y otros, se guardaba en unos mueblecillos que se llamaban fresqueras, recubiertos de tela metálica muy fina, para que no entrasen moscas ni mosquitos,  y éstas se colgaban en las paredes de la calle donde no les daba el sol y el que no podía, lo guardaba en la habitación mas fresca de la casa. También teníamos los rallos o botijos que eran de arcilla, generalmente de Lumbier o de Extremadura que los vendían por la calle. Estos rallos se llenaban de agua del grifo y se ponían en las ventanas en una corriente de aire y el agua se refrescaba mucho.  Como la mayor parte de las casas tenían cuadra, y en los campos cercanos había estercoleros, se producía una cantidad enorme de moscas y muchas pulgas. Para combatirlo había unos matamoscas  que era una tira de celuloide recubierta de  miel y enrollada en un tubito y allí acudían las moscas y se quedaban atrapadas en la miel. Se llamaba la marca Orion. Si la vida nuestra en comparación con la actual era muy dura, cual no sería las de nuestras abuelas cuando no había agua corriente en las casas? Recuerdo que había muchas cocinas que tenían hechos de ladrillo como un descansillo con unos agujeros donde se colocaban los cántaros y a continuación una tinaja donde nuestras madres ponían las ropas en lejía y les servía de depósito de agua que no era para beber.. 
Continuará.
Os invito a que veais en Internet mi página Web www.historiadesanguesa.es  en donde en forma resumida expongo mis trabajos de 25 años . Por ejemplo,cada registro de Nacidos, Bodas y Difuntos desde 1574 al año 2000 contiene 24 datos (millón y medio sólo estos archivos) padres, abuelos, lugares de nacimiento y otros , así como otros cuarenta trabajos sobre Diezmos, Toponimos ,etc.




 

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