¡Estaba yo! La primera Misa. 1947
Estamos en
plena serranía de Teruel. El maquis español atravesaba aquellas tierras camino
de las sierras de Granada. En la provincia no había quedado ni un cura vivo en
el año 1936 cuando estalló la guerra,
por este motivo cuando yo fui no se decía misa los domingos ni días de fiesta.
Como habían pasado diez años del final de la guerra y en aquellos años en
España había una exaltación de religión,
el Seminario ya había vuelto a funcionar y los primeros seminaristas ocupaban
de nuevo los pueblos.
En el que yo estaba
se anunció el hecho por las casas y a la hora señalada fui a la Iglesia y estaba en los primeros
bancos .Salio el oficiante, un cura muy joven y comenzó la Misa. Pero al llegar
al Ofertorio y darle el acólito las vinagreras, ¡horror! En la del vino no
cabía una mosca mas, estaba negra hasta arriba. El pobre cura se echó para atrás,
con un gesto de asco irreprimible que se contagió a todos los que lo presenciamos,
vimos que por un momento dudó, pero luego como pudo, vertió algo que había sido
vino en el cáliz y siguió la Misa. ¿Qué había pasado? , que en aquellos pueblos
de montaña había más moscas que hojas en los árboles y el que sacó las
vinajeras (dos frasquitos sin tapas) no
tuvo la precaución de taparlas con un paño y las moscas debieron de venir de un
kilómetro a la redonda al olor del vino.¿Os acordáis de aquel “ En un panal de
rica miel , doscientas mil moscas acudieron”?. Pues allí había doscientas cincuenta
mil y claro unas con otras se bebieron
el vino dulce, se emborracharon y no pudieron salir. Algunas gotas
debieron de quedar que fueron las que se bebió el cura en la Misa.
A mi lado había un matrimonio que no paraba de
hacer ascos, luego me enteré que eran los padres del curica que decía en aquel
pueblo la primera Misa después de tantos años, sin. ¡Pobre cura!
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